sábado, 2 de abril de 2011

Aprendamos a jugar: Propuesta educativa para un buen uso del videojuego

Los videojuegos se han convertido en muy poco tiempo en una de las mayores industrias del entretenimiento existentes en la actualidad. Están tan arraigados en nuestra cultura del ocio que es imposible no oir hablar de ellos.
Hace unos años tenían un público con unas características delimitadas: varón de mediana edad, pero que con su popularización estos límites se han diluido dirigiéndose en la actualidad a todos los sectores de edad y sexo, entre ellos los menores de edad.

Una consecuencia más de la expansión del videojuego ha sido la variedad de temáticas y diversidad de estilos que han surgido. El catálogo existente es tan variado, podemos encontrarnos desde los juegos más inofensivos que nos enseñan las vocales o los colores hasta los más violentos en los que puedes ser un sicario en serie e ir matando a todo lo que se cruce en tu camino, que ha sido necesario regular sus contenidos a través de un código de protección para los menores llamado código PEGI.


Se trata de un sistema europeo para clasificar el contenido de los videojuegos en el que se recomienda la edad del público para que el va dirigido del que hablaremos más adelante.



¿Qué juego elegir?

Cuando se va a realizar la compra de un videojuego para un menor, es primordial que el adulto se informe con antelación sobre el tipo de contenido que nos podemos encontrar en él.

Antes de realizar la compra, recomendamos visitar varias páginas dedicadas al videojuego como son:

En dichas webs encontramos análisis exaustivos sobre los juegos disponibles en el mercado ordenados según consola o soporte disponible. En los análisis, además de las características más técnicas del juego, podemos encontrar información sobre el modo de juego, trailers en vídeo, imágenes, resúmenes, opiniones de otros jugadores, demos (pequeña demostración gratuita del juego que ayuda a los consumidores a decidirse) y evaluación del contenido según el código PEGI. Estos aspectos serán muy útiles a la hora de evaluar un videojuego y decidir su conveniencia o no.

Para conocer si el juego cumple con las exigencias de edad debemos de buscar en la web (o en la propia carátula del juego) una etiqueta en la que se indica la edad dirigida (a partir de 3, 7, 12, 16 o 18 años) y el tipo de contenido que encontraremos (clasificados por lenguaje osceno, discriminación, drogas, miedo, juegos de azar, sexo, violencia o comunicaciones online con otros jugadores).

Las etiquetas son las siguientes:

Si el juego deseado cumple con las exigencias en cuanto a la edad y el tipo de contenido del que dispone es el que deseamos, podemos comprar el juego sin ningún problema.



Otras consideraciones

Además de la investigación preliminar a la compra, el adulto debe de realizar algunas tareas que aseguren un buen uso de los videojuegos como pueden ser las siguientes:

  • Explicar a los menores qué juegos son adecuados para ellos y cuáles no y por qué.
  • Jugar con ellos y observar como juegan para poder evaluar la influencia de éstos en sus actitudes y comportamientos. Por ejemplo, niveles altos de ansiedad.
  • Animar a los menores a que compartan con la familia y amigos las experiencias de juego y que no se conviertan en actividades exclusivamente individuales.
  • Definir con antelación los tiempos de juego para que no se alarguen más de lo deseado.
  • Indicar a los menores que en caso de juegos online que conlleven realizar la experiencia con desconocidos, recalcar que no deben de intercambiar datos personales con ellos.

Como ves, los videojuegos no tienen por qué ser enemigos de la educación de nuestros hijos si les enseñas a usarlos.


Para más información: www.pegi.info/es

Nazaret Merchán Villena
Camila Gila Ramos
Fabio Prieto García
José Mª Romero
Ana Obdulia García Portillo

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